martes, 26 de junio de 2012

Devoción a San Juan Bautista


Oh glorioso San Juan Bautista, el profeta más grande entre los nacidos de mujer (Lucas 7, 28), aunque fuiste santificado en el vientre de tu madre y llevaste una vida inocente, por tu propia voluntad, te olvidaste de ti mismo y te dedicaste a la práctica de la austeridad y la penitencia. Te pedimos, nos obtengas de nuestro Señor la gracia de ser totalmente separados, al menos en nuestros corazones, de los bienes terrenos, para practicar con recogimiento interior, la mortificación y la santa oración.

Oh mi más celoso apóstol, que, sin tener que ofrecer un solo milagro a los demás, sino solamente por el ejemplo de tu vida de penitencia y el poder de tu palabra, preparaste a la multitud, con el fin de disponerla para recibir al Mesías y escuchar su doctrina celestial. Haz que podamos, por medio del ejemplo de una vida santa y el ejercicio de toda buena obra, llevar muchas
almas a Dios, especialmente aquellas que se encuentran en la oscuridad y la ignorancia y separadas por el vicio.

Oh mártir invencible, que, por el honor de Dios y la salvación de las almas, quisiste con firmeza y constancia soportar la impiedad de Herodes, incluso a costa de tu propia vida, y lo reprendiste abiertamente por su mala y disoluta vida; te pedimos que por tu intercesión, nos obtengas un corazón valiente y generoso, con el fin de que podamos profesar abiertamente nuestra fe en la obediencia fiel a las enseñanzas de Jesucristo, nuestro divino Maestro.

V. Ruega por nosotros, San Juan Bautista,
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo.
 
Oremos

Oh Dios, que has hecho este día para ser honrado en los ojos de la natividad (o conmemoración) del bienaventurado Juan Bautista, concede a tu pueblo la gracia de la alegría espiritual, y dirige las mentes de todos los fieles en el camino de la salvación eterna.

Por Jesucristo Nuestro Señor.

Amén.
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La festividad del nacimiento de San Juan Bautista se celebra el 24 de junio. A diferencia de la mayoría de los santos, se celebra su nacimiento porque fue santificado en el vientre de su madre cuando la Virgen María, embarazada de Nuestro Señor Jesucristo, visita a su prima Isabel, según relata el Evangelio.